jueves, 17 de septiembre de 2009

Momentos para escuchar

¡Buenas noches búhos!

Lo primero, lo siento. El lunes fallé a la cita. Los motivos: estaba en Valencia preparando un último examen de derecho de la publicidad. La verdad es que me salió bastante bien pero tuve que sacrificar mi texto jeje.

Hoy quería hablaros del silencio. Veréis, intentando buscar una escusa para justificar mi ausencia durante todo el verano, me encontré con un texto en un dominical que dio pies a mi reflexión.

Todo empieza un día en el que una persona cercana a mí, me dice que ya no soy el mismo de siempre. Que he cambiado. Insistía en que antes me comportaba de una manera mucho más alegre y jovial y que transmitía todo con un positivismo desbordante. Pero últimamente algo pesaba sobre mí y me hacía comportarme de una manera más tranquila y un poco más seria.

El caso es que le di muchas vueltas. No encontraba justificación a mi actitud. Aunque pensándolo bien, sabía que algo si que había cambiado. Estaba más... serio quizá. Me tomaba las cosas de una manera más ... seria y responsable ... Pero me encontraba bien. No sé, pensaba que era algo natural, una etapa más.

Hasta que el domingo, que leyendo el dominical, di con un texto de Eduardo Punset sobre la vuelta de vacaciones. Y... encontré la solución a mi aparente cambio. Os copio el texto:

"No se puede predicar todo el rato. Si hablas demasiado no te vas a enterar de lo que busca el otro, ni vas a poder prefigurar lo que le haría falta para avivar sus rasgos innatos. De vez en cuando resultará preciso cobijarse en el silencio envolvente e inhibirse del resto.
Nadie cae en la importancia de los silencios. Y mucho menos en verano."

Esto era lo que necesitaba. Tenía que "recargar" mis pilas. Empaparme de mi entorno. Escuchar, observar, vivir, experimentar y callar, para luego poder hablar, contar y narrar todo lo que he pasado. Necesitaba escuchar también a los demás para aprender de mí y poder seguir mi camino.
Sé que a alguien le parecerá graciosa esta expresión, pero hay personas, momentos y lugares que son como una estación de servicio, repostas y puedes seguir tu camino.

Yo, encontré mi silencio y mi relajación en mi descanso de verano, en Novelda. Me evadí de todo, cambié la rutina de la ciudad por la apacible tranquilidad del campo. Me encontré conmigo y me desvinculé de todo lo que hacía.
Este es el motivo por el cual parecía más serio o más tranquilo. Simplemente estaba empapándome de mi alrededor. Atento y preocupado de no hacer nada más que leer mi entorno.

Cuando sintáis cambios en vuestro interior, no os preocupéis ni claméis al cielo. Simplemente necesitáis repostar y empaparos de vuestra intimidad, de vuestro silencio y de vuestro bienestar.

Aprovechar el fin de semana. Nos vemos el lunes, ¡lo prometo!


Miguel Martí. eL descafeinado de meDia nochE

4 comentarios:

Anónimo dijo...

No conocia lo dicho por E.Punset sobre el silencio y me alegra coincidir con un personaje asi, la importancia que le da al tema.Era de natural inquieto y aplicando un poco lo que se dice de los niños traviesos, un poco hiperactivo.Hace tiempo tuve un serio revès de la vida y me hizo replantearme determinadas cosas que ya habia dado por aprendidas, ojo y con nota segùn yo, que lejos estaba de la realidad, fui madurando y un buen dia me encontrè que la hiperactividad que antes comentaba, dejaba paso a lo que ahora llamo mi oasis de paz.No es que me haya vuelto introvertido,no, pero si que disfruto como no lo habia hecho nunca de la melodia del silencio, en muchas ocasiones.Es una parada como cuando se va por carretera y cada cierto tiempo se para uno para ir al baño y tomarse un refresco. No hay que darle vueltas a las cosas, unos nacen con ese don, otros como yo, hemos tenido que aprenderlo.Gracias a la vida por habermelo enseñado.

Anónimo dijo...

Nunca me han gustado las personas que son un torrente(parlanchinas, claro), creo que son bastante narcisistas, actuan para captar la atenciòn y les importe un bledo lo que el otro diga, lo importante es lo que ellos tienen que decir.Estas personas no saben lo que se pierden, al no disfrutar del silencio, porque creo que son incapaces de interiorizar esos momentos que en màs o menos medida todos tenemos para disfrutar del silencio y la paz que proporciona.Te entiendo perfectamente cuando comentas que un poco harto de la ciudad, encuentras en el campo eso de lo que hablabamos antes paz, y serenidad que nos ayudan a soportar los avatares diarios de esta sociedad un poco enloquecida. Enhorabuena por el regreso

Anónimo dijo...

Celebro tu honradez y valentia porque no llamar las cosas por su nombre en resaltar algo que hoy està en las antipodas del sentir de la mayoria

Hugo dijo...

En ocasiones, despuès de cenar los compañeros de piso, nos enfrascamos en largas tertulias sobre casi cualquier cosa y esta ha sido una de ellas.Unos opinaban que el silencio era una gilipolles màs propia de otra edad, otros yo entre ellos por el contrario deciamos que en ocasiones, es pura y simplemente una necesidad, una terapia, pisar el freno y tratar de resolver alguna que otra cuestiòn, que esta larvada, pero que de cuando en cuando despierta y nos pide soluciòn.No se trata de ser eremitas ni nada por el estilo, no confundamos, pero hay un tiempo para todo y el tiempo para pisar el freno en algunos momentos de nuestra vida y oir pasar la vida a nuestro alredor para mi personalmente y otros compañeros es del todo necesario.Se respeta todo, tambien nosotros pedimos lo mismo