¡Buenas noches!
¿Qué tal? Siento mi ausencia el jueves. Estuve acabando unas cuestiones que tenía pendientes hace tiempo y que por fin he terminado.
También aproveché para darle unos "pincelazos" al programa de radio que si no surgen contratiempos tendré pronto preparado. Es una apuesta fuerte y hay que intentar hacerlo lo mejor posible.
Estuve dándole vueltas durante este fin de semana a un par de cosas.
Una de ellas, y que quería compartir, es mi visión de libertad.
Cada vez me encuentro más veces a solas con una página en blanco. Al principio me atemorizaba la idea de escribir algo todas las semanas. Intentar crear o generar contenido es un reto que no siempre se consigue.
Empecé a buscar en el vacío de un teclado todas las combinaciones posibles. Y di con la tranquilidad de poder ofrecer toda mi sinceridad.
¿Habéis oído esa frase de un preso que dice...?:
"Podrán encerrarme en la peor de las celdas, privarme físicamente de mi libertad. Pero nunca podrán hacer que deje de pensar"
Y es que, razonadamente, la verdadera libertad es la que tiene uno en su interior.
En nuestro que hacer diario, nos encontramos con infinitud de acontecimientos que movidos por terceras personas, intereses u otros factores, modifican nuestra conducta "a priori", libre.
Pues escribiendo he encontrado la gran evasión de mis ideas.
El resultado de mis encuentros con una hoja en blanco se han convertido en un clímax artístico que me atrae cada vez más.
Como si lo necesitase, siento la obligación de sincerarme en cada texto que escribo. La libertad que me ofrece es el más preciado de sus encantos.
La verdad; es que nunca confié demasiado en mí. Siempre me he considerado capaz de poder hacer las cosas bien, pero incapaz de crear nada.
De hecho, me obsesioné tanto, que en mi empeño por la necesidad de hacer algo, acabé haciendo la nada. Y desde el más profundo de su sentido saqué a flote una capacidad que desconocía. Comunicar.
Y sin duda, si algo tengo que agradecer, es que no ha habido nada que condicione mi forma de pensar. Si de algo tengo que dar gracias, es que nadie presiona mis dedos en el teclado en contra de mi voluntad.
De hecho, escribiendo he empezado a conocerme y he descubierto que no me condiciona ningún material. No se me subestima con la posesión. Nadie me puede comprar con ningún precio.
No soy esclavo de un mundo llevado por la codicia y el materialismo. Eso me condicionaría, eso me privaría de visión. Eso me apartaría de mi libertad.
Solo soy siervo de mi. Y eso me convierte en dueño de mi pensamiento. Dueño de lo único que tengo.
Como ya os he dicho muchas veces, estudio publicidad, estoy en 5º de carrera y os aseguro que pocas armas pueden utilizar para venderme aquello que creen que me gusta.
Sólo me mueve mi libertad. Y dudo que sepan la dirección que ella va a tomar.
No os dejéis llevar por la apariencia de las cosas. Disfrutar de aquello que no podéis tocar.
¡Un saludo! ¡Hasta el jueves! Lo prometo.